Listen

Description

Dios y Yo S. Lucas 6:36 "Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso." La misericordia es el amor que Dios tiene para nosotros sin merecerlo. La Palabra hoy nos hace una confrontación muy pertinente y nos dice que seamos misericordiosos, como nuestro Padre Dios es misericordioso. Qué interesante es notar primero lo que nos pide: nos dice que seamos compasivos con aquellas personas que ni siquiera se lo merecen. La misericordia es esa compasión, ese amor mostrado hacia quienes no lo merecen. Eso fue lo que hizo Dios con nosotros: nos amó sin merecerlo, sin que tuviéramos méritos para que Él tuviera compasión de nosotros. Es interesante notar que eso mismo nos pide Él: que así como lo hizo con nosotros, nosotros lo hagamos con los demás. La única manera de demostrar que somos misericordiosos es actuando, poniéndolo en práctica, no solo diciendo que lo somos. La misericordia es el bien que hacemos a quienes no lo merecen. Sin embargo, muchas veces hacemos el bien solo a quienes nos hacen bien. Pero, ¿qué hay de aquellos que no merecen que les hagamos el bien? Ni siquiera intentamos hacerlo. Sin embargo, eso no es lo que nos pide el texto. Nos dice que seamos misericordiosos con aquellos que no lo merecen. La Palabra hoy nos confronta con esta verdad, que es casi generalizada en la sociedad: pocas veces vemos a personas siendo misericordiosas con quienes no lo merecen o siendo buenas con aquellos que les han hecho daño. La Palabra nos dice que seamos misericordiosos y nos indica de qué manera: "como vuestro Padre es misericordioso." Estimado lector o escucha, no sé qué tan misericordioso pueda percibirse. Y cuando hablo de misericordia, no me refiero a ser bueno de vez en cuando. Hablo de un estilo de vida que nos caracterice constantemente como personas misericordiosas. Como ya dijimos, ser misericordioso es tener bondad, ser benévolo, ser caritativo, no solo con quienes lo merecen, sino incluso con aquellos que no lo merecen. Ser misericordioso es gritarle al mundo, sin palabras, que el Dios de misericordia habita en nosotros, solamente con hechos. Por ello, la pregunta obligada es: ¿se caracteriza usted como una persona misericordiosa? Si responde positivamente a esta pregunta, entonces, definitivamente, Dios habita en su corazón. Pero si tiene problemas para responder afirmativamente, hay algo que debemos ajustar en nuestra vida espiritualmente hablando. Porque la Palabra hoy nos pide rigurosamente que seamos misericordiosos. Que Dios les bendiga, amados hermanos. Pastores Marroquín