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Dios Y Yo S. Juan 6:51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Jesús literalmente entregó su vida para salvar la nuestra. Cuando leemos este pasaje, nos damos cuenta de lo que Jesús realmente hizo cuando vino a esta tierra: puso su vida para salvar la nuestra. Dicho de otra forma, su muerte ganó nuestra vida. El texto nos dice que Él es el pan que descendió del cielo, y su carne es el pan que Él, literalmente, estaba poniendo para salvar al mundo. Estamos viviendo un ambiente de reflexión. Habitualmente, en estos días el mundo recuerda la pasión y muerte de Cristo. Pero muchas veces solo se queda en ese recordatorio de que Jesús murió en la cruz por la humanidad. La mayoría de personas no hacen efectivo el sacrificio que Jesús hiciera en la cruz del Calvario, y simplemente queda en una escena de la historia que ocurrió. Pero, a la luz de la Palabra y del texto hoy leído, se nos dice precisamente lo que Jesús hizo al venir a esta tierra: "Yo soy el pan vivo que descendió del cielo". Esto es lo que precisamente debemos entender: el pan vivo que descendió del cielo. Dicho en otras palabras, es Dios viniendo a rescatar a la humanidad. Luego, nos dice los beneficios que obtenemos al comer de este pan vivo: literalmente es entrar en contacto y en comunión con Dios, aceptar el sacrificio que Jesús hizo en la cruz del Calvario. Y nos dice que el que comiere de este pan vivo vivirá para siempre. ¡Qué maravillosa promesa! También nos dice que ese pan es el cuerpo de Cristo. Literalmente, Jesús entregaría su cuerpo para que nosotros pudiéramos vivir para siempre. Estimado lector o escucha, yo no sé cuántas veces usted ha podido escuchar este mensaje sacrificial de Cristo. No sé cuánto ha comprendido usted el propósito de este mensaje Salvador, un mensaje sacrificial, pero también un mensaje salvífico, ya que si usted reconoce a Jesús como su Salvador y le entrega su vida a Él, usted podrá gozar de una maravillosa y gloriosa salvación por medio del sacrificio que Jesús hiciera en la cruz del Calvario. Al final, Jesús termina diciendo en este pasaje: "La cual yo daré por la vida del mundo". No olvidemos que en estas fechas lo que celebramos es algo maravilloso: en el plan salvífico de Dios se encontraba que debía ocurrir esto. Nosotros no solo lo recordemos, sino que aprovechemos el sacrificio que Jesús hizo en la cruz del Calvario para salvarnos y otorgarnos, por su muerte, nuestra vida. Que Dios les bendiga, amados hermanos. Pastores Marroquín